Disminuir los niveles de estrés percibido podría aumentar el riesgo de migraña.4 abril,2014

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Cefaleas y migrañas

Una reciente investigación analiza cómo el estrés podría afectar el riesgo de migraña, sugiriendo que los pacientes que pueden reducir sus niveles de estrés podrían sin querer aumentar su riesgo inmediato de sufrir una migraña.

El estudio, liderado por el Dr. Richard Lipton, director del Centro Montefiore del Dolor de Cabeza y vicepresidente de neurología del Colegio de Medicina Albert Einstein, en la ciudad de Nueva York, aparece en la revista Neurology.

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“Este estudio demuestra una asociación sorprendente entre la reducción en el estrés percibido y la aparición de migrañas”, apuntó Lipton en un comunicado de prensa del colegio.

Aunque los autores anotaron que hace mucho que el estrés se ha considerado un desencadenante de los dolores de cabeza, el nuevo estudio halló que cuando los que sufren de migraña se pueden relajar tras un nivel elevado de estrés, el declive del estrés en sí mismo podría aumentar el riesgo de migraña.

Durante el primer periodo de seis horas en que el estrés alto comienza a disiparse, el riesgo de experimentar una migraña se quintuplica, hallaron los investigadores.

Lipton y sus colaboradores teorizan que el aumento y descenso de los niveles de la hormona del estrés, el cortisol, podría tener algo que ver con el riesgo elevado a medida que el estrés se reduce.

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La investigación de Lipton siguió a 17 pacientes de migrañas que llevaron diarios durante un periodo de tres meses en los que anotaban sus niveles de estrés y sus experiencias de reducción del estrés, además de los patrones de sueño, hábitos alimentarios y estado emocional.

“Es importante que las personas estén conscientes de los niveles crecientes de estrés e intenten relajarse durante los periodos de estrés en lugar de permitir que suban mucho”, apuntó en el comunicado de prensa la coautora del estudio, Dawn Buse, directora de medicina conductual del Centro Montefiore del Dolor de Cabeza, y profesora de neurología clínica del Einstein.

“Esto podría incluir hacer ejercicio o ir a una clase de yoga, o quizá sea tan sencillo como caminar o concentrarse en la respiración durante unos minutos”, explicó.

Aunque el estudio halló una asociación entre una reducción en los niveles de estrés y las migrañas, no probó causalidad.

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FUENTE QUE UTILIZO:    http://www.psiquiatria.com

 

Así nos ven los médicos: diez clases de pacientes definidas por nuestros doctores

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Para una buena parte de los médicos la mayoría de pacientes son algo hipocondríacos, y a juzgar por muchos de los casos que se encuentran diariamente en urgencias no les falta demasiada razón. Algunos centros hospitalarios incluso han implantado los sistemas de triaje por colores para combatir este fenómeno, que consiste en clasificar a los pacientes según su gravedad, en base a la cual se les asigna un tiempo máximo de espera. Los hipocondríacos, con síntomas de nula gravedad, pueden llegar a esperar hasta cuatro horas. Lo llaman eficiencia.

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La doctora Leana Wen da buena cuenta de este tipo de pacientes en En Cuando los médicos no escuchan: cómo evitar errores de diagnóstico y pruebas innecesarias, un ensayo en el que ofrece pistas a sus colegas para identificar a los pacientes que acuden ya no al médico, sino a urgencias, por cuestiones sin importancia. Sin embargo, el texto puede ser de gran utilidad para el gran público, ya que muestra en primera persona cómo nos ven los médicos. Su veredicto puede resumirse en una decena de tipos de pacientes, a los que categoriza y describe así:

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1. El reincidente crónico

Son pacientes con dolores crónicos, pero que acuden a urgencias cada cierto tiempo quejándose siempre de lo mismo. Los síntomas no varían, aunque sí la cara del médico cuando, una vez más, lo ve entrar por la puerta. “Si realmente no tiene nada nuevo que contar”, Wen los invita a que “por favor, acudan a su médico de Atención Primaria”.

2. El que busca una segunda opinión

Lleva varios meses con molestias. Ni su médico de atención primaria ni los cinco especialistas a los que ha visitado le han ofrecido alguna respuesta satisfactoria. Su frustración es entendible, “pero también debe saber que Urgencias no está para pedir una segunda opinión, tenemos poco tiempo y recursos limitados”.

3. El googleador

Internet es el peor invento para los hipocondríacos. A pesar de que es una herramienta muy útil para la telemedicina, sino se utiliza de manera responsable y no se tienen suficientes conocimientos puede convertirse en una pesadilla. “Es frecuente que buscando ciertos síntomas, por ejemplo de intoxicación, coincidan con los de un tumor cerebral o que nos aparezca que estamos embarazadas cuando en realidad sólo tenemos dolor de tripa”, advierte la doctora. El uso de internet está bien para entender mejor un diagnóstico realizado por un médico o un tratamiento, pero no para diagnosticarse a sí mismo. Por eso, bromea, “si acude a urgencias diciendo que tiene un tumor porque lo ha descubierto gracias a internet, mal empezamos”.

4. El paciente al que le duele todo el cuerpo

Todas sus respuestas son “sí”. Da igual que se le pregunte si tiene dolor de cabeza o de pies, pues contestará afirmativamente a todo. Bien es cierto, matiza Wen, que algunas enfermedades afectan a todo el cuerpo, pero “este tipo de pacientes sólo pretende convencernos de que está muy mal para que lo atendamos de la mejor forma posible”. Sin embargo, lo único que conseguirá exagerando y mintiendo es que no se le crea o que se le den volantes para realizar pruebas innecesarias.

5. El que está “totalmente sano”

Con relativa frecuencia acuden a consulta personas que dicen no haber sufrido nunca una enfermedad, que están totalmente sanos y que ni siquiera se medican. Sin embargo, la experiencia de Wen la lleva a revisar sus historiales médicos y, ¿qué es con lo que se encuentra? “En muchos casos es diabético o tiene alguna alergia”.

6. El olvidadizo

Son los pacientes que dicen haberse olvidado de la causa por la que acudieron a urgencias cuando se les pregunta. “No lo sé, responden”. Wen entiende que acudir a urgencias puede ser estresante y que la gente mayor puede ponerse muy nerviosa y no reaccionar, por lo que recomienda que, al menos, este tipo de pacientes intenten ir acompañados o anoten los síntomas antes de ir a urgencias.

7. El que se ha quedado sin su medicina

Tienen dolores crónicos y se les han acabado sus medicamentos. Por alguna razón no pueden acudir a su médico de cabecera y conseguir la receta es una cuestión de vida o muerte. “Nuestro trabajo en urgencias no consiste en ser detectives, ni en alimentar la sobremedicación ni el abuso del sistema público de salud”.

8. El que sólo viene por charlar un rato

Aunque parezca imposible, los médicos de urgencias suelen encontrarse con pacientes que, en realidad, sólo buscan algo de conversación con el médico, asegura la doctora. “Suelen desviar el tema de la visita y contestan a cuestiones diferentes de las que se les preguntan. Nuestro trabajo,  lógicamente, es ayudar, pero no ejercer de psicólogos”, se queja la autora.

9. El agitador

Los recortes de personal en Sanidad han dejado imágenes recurrentes de salas de urgencias abarrotadas. Los médicos y los recursos son los que son y que estén colapsados no suele ser culpa de ellos. Sin embargo, alerta Wen, “muchos pacientes no lo entienden, la emprenden contra nosotros, gritan, agitan al resto de personas que están esperando y nos amenazan con denunciarnos, llamar a su abogado…”. Cuando esto ocurre, lo más probable es que los médicos estén trabajando más duro que nunca, por lo que protestar y llamar la atención poco le va a servir al “paciente agitador”.

10. El empático

Su forma de saludar o empezar la conversación suele ser: “Siento haber venido por esto”, perdone que la moleste, pero es que…”, “quizá otros pacientes estén peor que yo, aunque…”. Se trata de los empáticos recalcitrantes, como los denomina Wen. “Sabemos perfectamente qué pacientes están peor que otros y nuestro trabajo consiste en ayudar, lo hemos elegido así y nos gusta hacerlo. No hace falta que sienta lástima por nosotros”, sentencia la doctora.

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Fuente que utilizo:  http://www.elconfidencial.com

Las terapias homeopáticas para el dolor de cabeza no son superiores al placebo

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Muchas terapias para la migraña puedan ser entendidas por los pacientes como  eficaces cuando intrínsecamente no lo son. Erica La Spada

Leer más:   Las terapias homeopáticas para el dolor de cabeza no son superiores al placebo – EcoDiario.es  http://ecodiario.eleconomista.es/salud/noticias/5552293/02/14/Las-terapias-homeopaticas-para-el-dolor-de-cabeza-no-son-superiores-al-placebo.html#Kku8xgkXl9l1rAaE

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Herbología, homeopatía, terapias dietéticas, acupuntura, medicina conductual,  terapias de relajación? Con mucha frecuencia, los  pacientes que padecen migraña y otras cefaleas recurren a diversas terapias  no farmacológicas.

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Según un comunicado emitido hoy por la Sociedad Española de Neurología (SEN)  tras una revisión de la evidencia científica existente, “el efecto placebo  del tratamiento preventivo de la migraña y otras cefaleas es muy elevado, igual  o superior al 30% durante un mínimo de tres meses, según muestran los ensayos  clínicos”.

“Es decir, a corto plazo, muchas terapias puedan ser entendidas por los  pacientes como eficaces cuando intrínsecamente no lo son”, explica David  Ezpeleta, coordinador del grupo de estudio de cefaleas de la SEN.

Por ello, los expertos han analizado los estudios sobre la eficacia de  diversos tratamientos no farmacológicos para determinar qué terapias han  demostrado ser superiores al placebo y suponen un beneficio real para los  pacientes.

La bibliografía sobre homeopatía es muy amplia y de momento no se ha  demostrado de forma consistente que su eficacia sea superior a la del  placebo.

“Los pretendidos efectos beneficiosos en algunos pacientes y los resultados  positivos obtenidos en algunos ensayos se pueden explican por varias razones:  metodología empleada, efecto placebo, efecto terapéutico de las propias  consultas, otras medidas asociadas como la dieta, el ejercicio o las técnicas de  relajación, tratamientos convencionales simultáneos y la capacidad de  recuperación del organismo”, detalla Francisco José Molina, vocal del mismo  grupo de la SEN.

“También nos preocupa el proceso de evaluación y regulación de los productos  homeopáticos recientemente abierto por la Administración y su equiparación  conceptual con los medicamentos al uso”, afirma el experto.

En este sentido, “el grupo de estudio de cefaleas de la SEN apoya a  plataformas como #NoSinEvidencia, que solicita que no se apruebe ningún  tratamiento que no hayan demostrado -mediante ensayos clínicos reproducibles-  unas condiciones de eficacia y seguridad superiores al placebo”, sostiene  Ezpeleta.

Los datos epidemiológicos indican que el 85-90% de la población ha tenido  algún episodio de cefalea en el último año. En el caso de la migraña, su  prevalencia en España alcanza el 12-13% de la población general y el 17-18% de  las mujeres.

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Respecto a las terapias herbales, solo se dispone de estudios controlados con  dos principios activos de posible efecto preventivo en la migraña episódica: la  petasina (de la planta Petasites hybridus) y el partenólido (de la planta  Tanacetum parthenium). “En España, no se dispone de preparados herbales  fiables para el tratamiento de la migraña”, apunta Molina.

En relación con las terapias dietéticas, “es un hecho sobradamente conocido  que, en algunos pacientes, determinados alimentos y condimentos pueden  desencadenar sus crisis de migraña; sin embargo, pensamos que la relación entre  migraña y alimentación está sobreestimada, pues los estudios epidemiológicos nos  hablan de que esto sucede de forma habitual y consistente en torno al 10% de los  pacientes”, comenta Ezpeleta.

“Los neurólogos no aconsejamos dietas especiales ni restrictivas a los  pacientes con migraña ya que, a fecha de hoy, ninguna intolerancia alimentaria  ni su correlato dietético han demostrado con rigor su eficacia ni en la migraña  episódica ni en la migraña crónica”, señala Molina.

“Es más, la supresión de ciertos alimentos puede ser peligrosa por  producir déficits de vitaminas y oligoelementos, siendo una práctica altamente  desaconsejable durante el embarazo”, matiza Jesús Porta-Etessam, miembro del  grupo de la SEN. “Más que de alimentos concretos -determinadas bebidas  alcohólicas aparte-, los pacientes hablan de retraso u omisión de comidas  principales y otros tipos de ayuno, falta de hidratación y comidas copiosas como  posibles factores desencadenantes de sus crisis”, apostilla.

Acerca de los suplementos alimenticios eficaces en la prevención de la  migraña, se dispone de evidencias científicas para la vitamina B2 (riboflavina)  y el magnesio.

“La vitamina B2 a dosis altas (400 mg/día) y el magnesio a dosis medias (300  mg/día) pueden ser eficaces, pero al igual que en las terapias herbales, solo  hay datos favorables en la migraña episódica. Sin embargo, la eficacia de estos  tratamientos es limitada y menor que la de los fármacos antimigrañosos  habituales”, añade Molina. “En cuanto al suplemento oral de la enzima DAO, a  fecha de hoy no existen publicaciones que sustenten su eficacia”, declara.

La revisión realizada por la SEN también incluye terapias relacionadas con el  trabajo del cuerpo, la medicina oriental y las terapias mentales en pacientes  con cefaleas. “En relación con la acupuntura, hemos comprobado que existen  evidencias a favor de su uso y estudios en contra. Es un tratamiento que podría  valorarse en algunos pacientes con migraña”, señala Porta-Etessam.

“La medicina conductual, las terapias de relajación, el biofeedback y la  terapia cognitivo-conductual para el estrés son recursos que se han mostrado  útiles tanto en la migraña como en la cefalea de tipo tensión; en consecuencia,  deberíamos considerarlos en nuestros pacientes, especialmente si el estrés es un  desencadenante o agravante de sus crisis”, continúa.

Finalmente, el tratamiento del dolor periférico regional con bloqueos de  nervios craneales, los diferentes abordajes terapéuticos de los puntos  miofasciales y las diferentes técnicas de fisioterapia, quiropráctica y otras  disciplinas “pueden ser útiles en muchos casos, pero se necesitan ensayos  clínicos que confirmen su eficacia y permitan ampliar el abanico de pacientes  que puedan beneficiarse de estas terapias”, concluye Porta-Etessam.

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Fuente que utilizo:

http://ecodiario.eleconomista.es